Análisis de sangre para detectar la hepatitis B (VHB)

La hepatitis B es una infección hepática grave causada por el virus de la hepatitis B (VHB). El virus se transmite a través del contacto con la sangre o fluidos corporales de una persona infectada e invade las células del organismo provocando infección aguda o crónica.

Inicialmente, en la fase más temprana de la enfermedad la persona es seropositiva para el antígeno e (HBeAg), un antígeno que indica que el virus se replica intensamente y por tanto, los fluidos corporales y sangre del paciente son muy contagiosos. A la vez el sistema inmune del organismo genera anticuerpos contra el antígeno de superficie del virus (HBsAg) e inmunoglobulinas M (IgM) contra el antígeno del núcleo (HBcAg).
Cuando el sistema inmune es capaz de combatir la infección haciendo desaparecer el virus, se trata de hepatitis B aguda. En este caso, los síntomas duran varias semanas pero en un período no superior a seis meses la infección es combatida sin recibir tratamiento.

La infección crónica se caracteriza por la persistencia del HBsAg durante más de seis meses, con o sin presencia del HBeAg. La persistencia del HBsAg es el principal marcador del riesgo de sufrir hepatopatía crónica y cáncer de hígado (carcinoma hepatocelular) más adelante. En este caso el organismo no es capaz de combatir el virus y éste permanece en él. Las personas que padecen la forma crónica de la hepatitis B deben ser tratadas con fármacos, ya que la cronicidad aumenta el riesgo complicaciones hepáticas.
La probabilidad de que la hepatitis B se vuelva crónica es mayor si la infección por el virus se dio durante la infancia o niñez.

Actualmente, existe una vacuna para prevenir la hepatitis B pero no existe cura si padeces la enfermedad. La hepatitis aguda no se trata pero sí que se sigue su evolución para evitar la cronificación. Una vez es crónica sí que se trata con fármacos antivirales para tratar de frenar la evolución evitando la replicación del virus y permitiendo al paciente mejor calidad de vida.